domingo, 8 de mayo de 2011

Ritos de paso.

Los Druidas eran considerados de la clase alta en el mundo celta, eran jueces, médicos, sacerdotes, maestros. La palaba druida es casi un misterio, no se ponen de acuerdo con su significado, en algunos sitios leemos que significa el que habla con el roble, en otros paz, y en otros sitios que es brujo en galés. No hay apenas constancia de su historia y costumbres, por lo que todo lo que hablemos de ellos son suposiciones, ya sean nuestras o de terceros.
 En el mundo celta había dos tradiciones, una era la subconsciente. Reinaban las emociones, la intuición, los instintos intuitivos de todas las personas, muy latentes en la mujer, llamémosle la tradición de la luna. Había otra tradición, mas física, el cazador, el guerrero, era una tradición muy natural, acorde con la naturaleza del hombre y del entorno, a esta le llamaremos la tradición del sol.
 En ambas tradiciones hay una serie de ritos de paso, como es lógico, solo puedo suponer o sentir cuales eran. Estos ritos seguían el flujo natural de la vida, nacer, crecer, reproducirse, morir, nacer…
 Los ritos de paso son muy importantes para el mundo celta.
 El primero de todos es el del nacimiento. Cuando nacemos, empezamos de nuevo el ciclo de la vida, nuestros padres eligen quien será nuestro guía espiritual en esta encarnación, se hacen ofrendas de flores, comida para los invitados, se perfuma todo con sándalo y rosas. Invocamos al Dios y a la Diosa para que orienten en la vida y su camino a nuestro hijo, se le pide a los elementales que le protejan y le cuiden en sus decisiones, se pide que sea un niño juicioso, inteligente, que llegue a la sabiduría. Se celebra el feliz milagro de la vida en todo su esplendor.
 El segundo del que tengo constancia es cuando el niño cumple nueve años, se estudia sus dones, sus aptitudes para que el niño crezca tanto física como mental y espiritualmente. En la antigüedad el Druida observaba al niño-a, meditaba profundamente el camino que debía escoger para el niño, hablaba con el espíritu del muérdago, del roble, con las aves, con el viento, y al final decidía. Confiaba el cuidado de este joven a los padrinos que habían elegido sus padres al nacimiento, para que los mimos y la sobreprotección de los padres no alteraran el crecimiento espiritual y su desarrollo. Puede que hoy en día, que los hijos no abandonan el hogar materno hasta más de los treinta nos parezca una crueldad, pero si observamos este hecho con objetividad, ¿Cuántas veces unos padres sobreprotectores no llegan a estropear a un niño lleno de talento?. Así el niño era iniciado en su arte sin ninguna interferencia, crecía desde dentro, sabía cual era su camino, y lo aceptaba. Aceptaba su destino en cuerpo y alma, en total entrega, sin miedos, sin preguntas, solo aprendía el camino que le había sido destinado, bien por la mano del hombre, o por la mano de Dios.
 El siguiente rito de paso debo dividirlo. Primero hablaremos de la tradición de la luna, el femenino. Cuando la joven se hace mujer, todas las mujeres del grupo hacen una fiesta, festejan que ella ya tiene el maravilloso don de dar vida. Se celebra con flores rojas, simbolizando la menstruación que ha hecho ya su aparición en la iniciada, las mujeres del grupo cuentan como fue su primera regla, su primer beso, se instruye a la joven en las técnicas amatorias, pero no es nada violento, al contrario es una fiesta muy alegre, se le hacen obsequios a la joven, dándole la bienvenida a la nueva mujer que hay en ella, esta mujer, que aun es doncella,  aun es virgen, bebe vino, la bebida sagrada. Se ofrece a la Diosa, rogándole que le guie, que la instruya, que la lleve a su amor, que le ayude a ser madre, y que la convierta en una buena madre.
 En la tradición del sol, en este día al joven se le lleva al bosque, que se integre con la naturaleza salvaje, debe sentirse parte del entorno, esta es una senda mas física, mas integrada con el entorno que la de la luna, en algunas tribus chamánicas, el joven es iniciado en la caza. Pasa un día y una noche solo, con solo un arma, para simbolizar la supervivencia, a veces debe cazar por primera vez, o una lucha cuerpo a cuerpo. El joven se ha hecho hombre, y el hombre debe sustentar  a su familia, debe aprender a cazar, a luchar, a defender a su “tribu”, ser un buen jefe de su propia manada, y que mejor forma que luchar con la propia naturaleza.
 El siguiente rito es el del primer encuentro sexual, cuando consumamos nuestros deseos carnales. Aquí se evidencia el juego de la caza, de la seducción. El hombre se viste de cazador, debe cazar a la mujer, debe engatusarla, seducirla, demostrar que está a la altura, convencerla que él es un hombre apto y que a su lado ella estará protegida y no pasará necesidades. La joven toma el papel pasivo, como su tradición, se viste simbólicamente de gacela, Él debe darle caza, pero ella no se lo pone fácil, ella le muestra que le cuidará, le alimentará, le dará descendencia, calor y apoyo. Mas que un ritual parece una danza entre los dioses cósmicos. Una danza de amor. La época idónea para este ritual es Beltaine, la fiesta de la unión metafísica del Dios y la Diosa. La unión de los opuestos. Cogemos una rama gruesa, del tamaño de un brazo, que simboliza un falo, con lazo rojo, para simbolizar la menstruación femenina, y blanco, simbolizando el semen. Trenzamos sobre el tronco, que representará esta unión cósmica,  ponemos en la parte superior unos cascabeles, cuando tengamos el tronco de Beltaine hecho, golpeamos con él en el suelo de forma que los cascabeles produzcan una música rítmica, que simbolizara el coito divino, atrayendo así la fertilidad a la pareja. Los que aun quedan solteros hacemos coronas de flores en ofrecimiento a las deidades para así encontrar nosotros también el amor divino. Este rito le llamamos Unión de manos, Handfasting en inglés, para los celtas todo dura un año y un día, este “matrimonio” dura este periodo de tiempo, si se quiere prorrogar solo hay que renovar los votos. En esta ceremonia, los sacerdotes invocan a los Dioses, cada cónyuge  dice en voz alta sus votos, se les atan las manos con un lazo rojo simbolizando la unión física y espiritual.
 Es una de las fiestas más alegres, mucha música, baile, y debe culminarse con la unión física si es posible, un encuentro mágico en este mundo, y en el otro.
 Ahora la mujer está embarazada, dentro de su vientre esta gestándose una nueva vida, por fin él y ella forman parte del maravilloso don de la creación.
 En la tradición de la luna, todas las mujeres, jóvenes, ancianas, solteras, casadas, madres y doncellas, nos reunimos para dar la enhorabuena a la madre, se le hacen regalos al futuro retoño, ropas, consejos, alimentos, joyas. Se le instruye en la nueva etapa que comienza, se le apoya y prepara, ya que en este momento, la joven deja de ser ella, para ser madre durante el resto de su vida en este cuerpo. Se ponen flores blancas, simbolizando la pureza de la creación, al contrario que en las religiones monoteístas de patriarcado, el embarazo es símbolo de pureza, es un don que celebramos con alegría y amor.  Un maravilloso regalo que nos entusiasma y a la vez nos atemoriza, las matronas le explican a la futura madre como debe cuidarse, que alimentos o costumbres debe evitar, y como debe preservarse para que su hijo nazca sano y fuerte. Se le ruega a la Diosa, a la Madre que cuide y proteja a esa nueva vida, que le alumbre el camino en el parto para que no sufra, que cuide y proteja a la madre también a la hora del parto, para que sea lo menos peligroso y doloroso posible. La madre hace ofrendas de dulces, manzanas y miel a la Diosa para que proteja a la nueva vida que ella tiene en su vientre, para que le dote de salud, inteligencia, de empatía, de amor…
 En la tradición del hombre hasta donde yo sé, se reúnen todos los hombres del grupo, beben, brindan y celebran que el joven ya será padre, que su estirpe continuará, le piden al Dios que le de fuerza, salud y destreza. Le piden que guie al futuro padre para que sea el pilar de la casa, para que jamás le falte a su hijo alimento y ropa, para que él sea todo un ejemplo para la nueva vida que está por nacer. Aquí muere el joven y nace el hombre, el padre de familia, quien está encargado de sustentar a la familia que ha creado mientras la mujer cuida del pequeño. Rezan para que el embarazo vaya bien, que el parto sea pronto y perfecto, para que las vidas de su compañera y de su hijo estén salvas.
 El siguiente rito de paso es la madurez, es cuando nuestra juventud llega a su ocaso, a la jubilación, cuando de jóvenes hemos pasado a padres, y de padres a abuelos. Cuando a la mujer le llega la menopausia.
 Es una fiesta para hacer balance de tu vida. Observamos que bagaje tuvimos, pedimos perdón por nuestros errores, aprendemos de ellos, ahora nosotros somos quienes aconsejamos, quienes guiamos e iniciamos en las sendas del alma. Hemos acumulado mucha sabiduría a lo largo de nuestras vidas, nuestro cuerpo ya no tiene la resistencia y la potencia de la juventud, está algo cansado ya, pero nuestra alma sigue siendo joven, aunque el pelo este plateado ya, nuestro corazón aun joven sigue latiendo con fuerza, con ilusión, hacemos balance de todo el amor que conocimos, humano y divino. Nuestro lugar ahora es ser maestros de los jóvenes, ahora les guiamos con nuestras experiencias, no pensamos en la muerte, está lejana aun, ahora es el momento de transmitir toda nuestra sabiduría a los más jóvenes. Rememoramos cuando nosotros empezábamos en la senda espiritual, los primeros ritos, el primer  beso, el primer contacto con la piel de nuestro amante. Recordamos la inocencia perdida años atrás, a nuestros padres, abuelos y maestros que ya nos abandonaron en la vida física.
 Cuando ya los Dioses nos llaman para que nos unamos a ellos de forma espiritual despojándonos de nuestro cuerpo físico, en esta vida, es cuando hacemos uno de los últimos ritos de paso, el de la muerte. El fin natural de la madre naturaleza. Todo lo que nace, crece, se reproduce y muere para volver a nacer. En este rito, los parientes, amigos y descendientes hablan de ti, de todos cuanto reíste, cuanto amaste, lloraste, sufriste, de cuando luchaste en este vida sin descanso, y que por fin acaba para volver a encontrarte con esa unidad cósmica que todos ansiamos desde el momento en el que nacemos y notamos ese vacío interior, esa soledad del alma. Por fin nos reunimos con el Todo y volvemos a ser Uno. Nos preparamos para nuestro regreso en la vida, en forma física. Tengo un recuerdo de la infancia, cada vez que íbamos a un velatorio, en mi familia, en vez de pasarse la noche velando con lágrimas, recordábamos cada detalles de la persona que se fue, volvemos a reír con las anécdotas que le ocurrían, nunca había lágrimas, solo risas, ¿por qué tenemos que despedir a una persona con lágrimas en vez de recordar lo bello y hermoso que creo e hizo en su vida? Con solemnidad y respeto le damos el último adiós llenos de amor y felicidad, porque ese ser tan amado que expiró, ya no volverá a sufrir hasta que vuelva a nacer, y quien sabe, quizás lo haga de nuevo junto a nosotros. Mi abuela era muy especial para estas ocasiones, por eso el día que la velamos no hubo lágrimas, recordamos que ella nunca lloró  en un velatorio, que siempre recordaba lo mejor de la persona que acababa de abandonar el mundo físico y carnal. Esa noche, cuatro generaciones de mi familia nos pasamos horas recordando su genialidad, su exceso de amor, su genio, su carácter, lo luchadora que fue, cuantos nos amo a todos, y sé que se fue en paz.
 Pedimos en este rito a nuestros antepasados que reciban con los brazos abiertos a nuestro ser amado, pedimos a los Dioses que le guíen al paraíso y que nos permitan volver a encontrarnos con ello en una existencia futura. Llamamos a la Arpía, la parte oscura de la Diosa, para que acompañe a este espíritu a la paz, a la luz eterna. El ciclo de la vida sigue su curso, nada acaba con la muerte, nada empieza con la vida.
  He dejado para el final el rito de iniciación, ya que para mí es uno de los más importantes, este se hace de libre elección, y en el influyen muchos factores.
 Lo primero que debemos saber ante este rito es que antes de iniciarnos debemos morir, debemos olvidar todo cuanto hemos sido, dar muerte simbólica a la persona que éramos antes para que nazca un nuevo ser en este ceremonia.
 Este ritual se hace desnudo, despojándonos así de cualquier aprendizaje previo, vamos desnudos ante los Dioses, demostrándoles que vamos vacios para ser llenados de su sabiduría. Bebemos vino, el vino es la bebida sagrada, como decíamos antes, el viento trasporta la semilla, que es acogida por la tierra, el agua le hace crecer, y el sol (fuego) la hace madurar. La mano del hombre la cosecha, la tritura y hace el caldo. Bebemos con solemnidad, con entrega total, sin miedos ni prejuicios. Con todo nuestro amor a las Deidades, y todo nuestro respeto.
 Aun recuerdo mi primera iniciación, recuerdo mi inseguridad, mi temor por estar haciendo algo malo. Era mi cumpleaños, y llevaba ya tiempo estudiando una filosofía, siempre he sentido a Dios en mi interior, y temía que si daba ese paso le estuviera traicionando, pensaba que quizás el Dios verdadero se sentiría defraudado por que yo le di la espalda, sin comprender que en realidad Dios es Todo, y Somos Todos.
 Recuerdo que bebí por primera vez vino, recuerdo también que me desnude, en cuerpo y alma, que me entregué sin reservas a mi nuevo camino. Ungí aceite de sándalo en mis muñecas, en el pecho, la garganta, la frente y coronilla. Recuerdo la invocación, es la que uso hoy en día en alguna iniciación.

Dios Padre, Diosa Madre,
Sois todas las respuestas y a la vez
El gran misterio.
Me uno a los elementos
En este lugar y este momento.
Mis energías están cambiando,
Están fluyendo con la Madre naturaleza.
Me dedico a ustedes
Dios Padre, Diosa Madre.
Pido poder ver lo divino en la naturaleza
Ruego que me deis sabiduría,
Ofrezco mi lealtad,
Mis ilusiones y mi Amor.
Quiero llegar a encontrarme con lo divino,
Lo divino que hay fuera,
Y en mi interior.
Háganme con su esencia.
Háganme con su esencia.
Háganme con su esencia.
¡Así sea!
Disculpadme no recuerdo ni el libro ni el autor de esta iniciación.
Recuerdo haber implorado a Dios desde lo más profundo de mi alma que me guiara, que jamás me permitiera hacer daño alguno a ninguna criatura de Dios. Recuerdo haberle rogado que no me permitiera jamás alterar el libre albedrio de ningún  ser humano. Ni violar su intimidad. Recuerdo mis promesas que aun hoy cumplo y renuevo cada día, recuerdo cada sensación, cada pensamiento, cada idea que cruzo por mi mente y traspasó mi alma.
 Hoy en día sumo a la iniciación, un trozo más, me comprometo al ritual hasta lo inimaginable.
 Pido a los Dioses
Para mi hermano-a
Que le orienten en la oscuridad
Le den abrigo en las frías noches
Alimento cuando estén necesitados
Y siempre encuentre un pozo para calmar su sed.
Yo prometo cuidarle y protegerle
Prometo que el amor me guiará
Y le entrego mi amistad
Mi corazón
En este día
En este lugar
Prometo a los Dioses
Que cuidaré de él-ella.
Porque es mi hijo-a
Mi padre
Mi madre
Mi hermano-a
Mi maestro-a
Mi guía
Mi discípulo
Y mi luz.
Que la bondad y el amor
De los Dioses te guíen.
¡Así sea!.




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